jueves, 5 de mayo de 2011

Las sobras… ¿de verdad sobran?

Imagen publicada por jbloom, http://www.flickr.com/photos/32123311@N00/502155430/

Cuando era niño, cada tarde escuchaba pasar por casa a personas pidiendo ‘desperdicio’. Recuerdo que mis mayores me dieron diferentes explicaciones a este hecho: gente que alimentaba puercos, reciclaje de alimentos, personas muy pobres que encontraban algo aún comestible entre los desechos. Nunca supe la verdadera razón de esta recolección, pero estoy seguro que muchos de los que daban lo que había en sus refrigeradores se sentían menos culpables que si las depositaran directamente en la basura, en gran medida porque muchos de esos desechos podían servir aún para recalentarse o ponerse en un sándwich.

El desperdicio de comida que aún se encuentra en buenas condiciones en el mundo es grave. Diversos estudios indican que en Estados Unidos las amas de casa desechan el 14 por ciento de la comida que compran (el equivalente a 43 mil millones de dólares)[i]. Mientras tanto, en el Reino Unido llegan cada año al basurero 8.3 millones de toneladas de alimentos en buen estado. Lo anterior equivale a que cada familia británica tira, literalmente, 680 libras esterlinas anualmente (algo así como 15,000 pesos)[ii]. Pero los mexicanos no nos quedamos atrás: según la Asociación Mexicana de Bancos de Alimentos, desperdiciamos 23 mil toneladas de comida diariamente, que si multiplicamos por 365 días significan ¡las mismas 8.3 millones de toneladas que en el Reino Unido![iii].

En la mayoría de las ocasiones, alimentos que no han sido cocinados son desechados por un etiquetado incorrecto: leyendas como ‘mejor antes de’ no son lo mismo que la fecha de caducidad. A veces indica el mejor momento de un determinado ingrediente, lo que no quiere decir que no pueda ser usado después; tampoco consideran que ciertos alimentos pueden ser congelados y mantener sus propiedades; incluso la fecha marcada en un paquete puede ser un indicativo para que los empleados de los autoservicios los renueven de las estanterías. 

Por otra parte, alimentos cocinados son desperdiciados porque se elaboran en mayores cantidades de las que una familia requiere. Muchas recetas que aparecen en revistas son para más de cuatro personas y no indican con claridad en qué proporción pueden modificarse. Este problema se presenta en mayor medida en celebraciones, ya sea un cumpleaños o la Navidad, cuando pensamos en la abundancia (con los kilos de más que eso puede representar).

Mientras tanto, mucha gente no tiene que comer. Según el Programa Mundial de Alimentos de la ONU, cada 6 segundos muere un niño por hambre, mientras que 1,020 millones de personas la padecen a nivel mundial[iv]. En México, alrededor de 20 millones de personas viven en pobreza alimentaria.

Este problema comienza a ser estudiado más allá de sus implicaciones éticas, pues representa una dificultad de índole financiera y ecológica. Además de los vaivenes de la economía, tirar las ‘sobras’ a la basura incide directamente sobre el mecanismo de la oferta y la demanda, aumentando el costo de los alimentos. Asimismo, tanto la recolección, procesamiento, empacado y cocinado de los alimentos genera un impacto ambiental: se calcula que eliminar el desperdicio del Reino Unido sería como quitar uno de cada 4 automóviles de circulación en ese país[v].

¿Qué puedes hacer para no contribuir con este lamentable suceso? He aquí algunas recomendaciones[vi] que pueden ser buenas para empezar.
1.    Conserva ordenados tu refrigerador y tu congelador. ¿Cuántas veces has encontrado al fondo de una gaveta unos kiwis que te parecieron deliciosos en el súper? Las carnes y pescados son lo más caro así que puedes tomarte un tiempo cocinándolos y calentándolos después.  Si no te gusta esta opción, compra paquetes individuales o divide el paquete grande antes de congelarlo, para que prepares sólo las porciones necesarias cada vez.
2.    Haz rendir tu alacena. Escribe una lista con los ingredientes favoritos de tu familia, que vayan con todo y que pueden ser almacenados por largo tiempo. No compres de más, pero asegúrate de renovarlos tan pronto como se terminen. Y sobre todo, úsalos para hacer rendir las ‘sobras’: puedes usar la pechuga asada de ayer para hacer una pasta con pollo hoy.
3.    Cuida los carbohidratos. ¿Un kilo de tortillas para dos personas? ¿Un paquete de pan tostado para dos platos de crema? ¿Un kilo de papás para un puré? Además de disminuir tu consumo de carbohidratos, desperdiciarás menos si pones atención a las porciones de las guarniciones y acompañantes.
4.    Aprovecha las sobras. Es cierto: a mucha gente no le hace nada de gracia repetir la comida, pero si cambias la presentación puede ser delicioso. Convierte lo que quedó del pollo rostizado que no terminaste el domingo en unos deliciosos burritos para la noche del lunes. Ponle el último tanto de yogurt a la manzana solitaria para el desayuno. Haz un budín con el pan duro.
5.    Planea. Elabora un menú para cada día de la semana aprovechando la lista del punto 2 y comprando sólo lo que haga falta. Involucra a otros miembros de la familia en estas decisiones.
Si te cuesta trabajo acostumbrarte a la idea o piensas que es demasiado trabajo, recuerda que cada gramo de comida que tiras a la basura es DINERO QUE DEJASTE EN EL SÚPER. Espero que al menos eso te convenza.


[ii] http://www.lovefoodhatewaste.com/about_food_waste (Consultado el 20 de noviembre de 2009.
[iii] Es importante aclarar que esta cifra representa, en el caso de México, el total de comida que se pierde desde la merma del productor hasta el ama de casa. En el caso de EE.UU. e Inglaterra, se trata solamente de lo que se tira en cada hogar.
[iv] http://es.wfp.org/ (Consultado el 20 de noviembre de 2009)
[v] Waste & Resources Action Programme, http://www.wrap.org.uk (Consultado el 22 de noviembre de 2009)

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